Mi nombre es Ana, aunque los que no me conozcáis penséis que me llamo Náyades o que pueda apellidarme así. En realidad, Náyades es el nombre de mi salón de belleza y hoy es un buen momento para desvelaros el motivo que me llevó a tomar la decisión de decantarme por dicho nombre.

En la mitología griega se conocía a las náyades como las ninfas de los cuerpos de agua dulce (fuentes, pozos, manantiales, arroyos…) y encarnaban la divinidad del curso de agua que habitaban. En su calidad de ninfas, las náyades eran seres femeninos, dotados de gran longevidad. Su esencia estaba vinculada a su masa de agua, de forma que, si ésta se secaba, moría.

Imaginaos por un momento que vosotros sois las ninfas y que vuestro cuerpo es vuestra masa de agua, cosa que es prácticamente cierta, puesto que poseemos un 65% en el organismo. Aplicándolo a nivel estético, si se os seca la piel, muere (se agrieta, descama, irrita…).

Por otro lado, coincide con parte de la decoración del centro, una fuente, que quise colocar en un pequeño patio del establecimiento. Me gustaba el aspecto y la relajación que aportaba al ambiente.

Llevo 14 años dedicados al mundo de la estética, avanzando poco a poco y esforzándome cada día por daros un servicio de calidad, con un trato cercano y sincero; de ahí que hace unos años viera la necesidad de incorporar a una persona de mi confianza, que compartiera mi filosofía de trabajo y tuviera una dedicación hacia vosotros similar a la mía. Tuve la gran suerte de que Bea se cruzara en mi búsqueda, porque nunca hubiera imaginado mejor perfil.

Le doy las gracias a todas aquellas personas que han confiado en mí durante todo este tiempo, y a aquellas que no me conocen, les invito a descubrir que, con un poco de constancia, en el mundo de la belleza se pueden conseguir resultados espectaculares.